Analizamos el último debate electoral entre Donald Trump y Joe Biden a menos de una semana para las elecciones presidenciales
Ultimo debate electoral entre Donald Trump y Joe Biden en la Universidad de Nashville/ AP
Último debate electoral, sorprendentemente civilizado, entre el actual presidente de los Estados Unidos, el republicano Donald Trump y el candidato demócrata Joe Biden. Pero que fuera algo más civilizado no quiere decir que no fuera bronco. Ambos candidatos mostraron visiones opuestas sobre casi cualquier tema: La pandemia por coronavirus, la sanidad pública, la inmigración…Y por supuesto se cruzaron duros ataques personales. Sin embargo, al contrario que en su primer debate, ambos candidatos consiguieron mantener el tono y dejar a un lado los insultos. Tal y como explica Manuel J. Gazapo Lapayese, doctor en Ciencias políticas y relaciones internacionales y director del International Security Observatory, los candidatos se prepararon más para este debate: “Se mostraron de forma más artificial a fin de poder adoptar posiciones más comedidas o dialogantes que les permitirán acercarse a los votantes que aún están indecisos”.
De hecho, debido al vergonzoso primer debate en el que Donald Trump no dejó de interrumpir a su adversario, esta vez los micrófonos de los candidatos estaban apagados cuando el otro hablaba. Esto, según explica José María González Yanguas, psicólogo que ha analizado el lenguaje no verbal de ambos candidatos, favoreció claramente a Joe Biden al que se le vio más cómodo y relajado al poder transmitir su mensaje con más seguridad.
Al final, el debate quedó en una especie de empate: Donald Trump, a más de siete puntos de distancia en las encuestas de su adversario, se mostró más “presidenciable”, mientras que Joe Biden, el favorito en estos momentos, consiguió no cometer errores de bulto. “Ambos jugaron con el personaje que representan y se presentaron como potenciales presidentes, lo cual no quiere decir que ninguno de los dos esté verdaderamente preparado para tomar -o volver tomar- el timón de los Estados Unidos de América”, explica el Doctor Gazapo Lapayese.
Coronavirus: La vacuna de Trump frente al Invierno negro de Biden
El momento más bronco del debate vino sin duda a cuenta de la pandemia por Coronavirus. Con sus argumentos, Donald Trump quiso mirar al futuro diciendo que lo peor de la pandemia ya había pasado y que el país contaría con una vacuna en pocas semanas. Biden por su parte, le recordó a Trump las 220.000 personas que habían muerto en EE. UU. por la pandemia hasta ese momento y le sostuvo que ningún hombre con tantos muertos a las espaldas debía ser presidente. González Yanguas comenta que hubo algunos detalles muy curiosos en el lenguaje no verbal de los candidatos en este momento “Joe Biden no miró a Trump en ningún momento, tenía la tranquilidad del que sabe que su argumento es el argumento ganador. Donald Trump si que miraba de reojo, casi con enfado, a Biden cada vez que este hablaba, sabiendo que las palabras de Biden podrían ser las que le sacaran de la Casa Blanca”
Al final, la posición de ambos candidatos ante la pandemia se resume es sus propias frases. Trump aseguró que los americanos estaban aprendiendo a convivir con la pandemia a lo que Biden respondió que más bien estaban aprendiendo a morir con ella. “Por eso Donald Trump mostró en todo el debate una sonrisa optimista mientras que Joe Biden sacó su mejor expresión de tristeza y resignación” explica Gonzalez Yanguas.
Ataques personales: la estrategia que esta vez, puede no funcionar a Trump
Sin duda el otro momento clave del debate fue el cruce de acusaciones personales entre los candidatos. Donald Trump acusó al demócrata y a su familia de corrupción y de recibir sobresueldos de gobiernos extranjeros a lo que Joe Biden contestó que él jamás se había llevado un penique. “Trump se mostró aquí mucho más contundente que Biden. El presidente sacó a pasear su dedo acusador, lo que le dio un toque más agresivo, pero también más creíble y certero” comenta González Yanguas.
Con estas acusaciones personales hacia Biden, Trump buscaba desacreditar a su adversario tal y como ya hizo con Hillary Clinton hace cuatro años. Pero esta estrategia podría no ser tan efectiva ya que, tal y como cuenta el Doctor Gazapo Lapayese, “el mayor error de Biden es, desgraciadamente, que no es Obama. Pero su mayor acierto es que tampoco es Hillary Clinton”. Los ciudadanos de Estados Unidos llevaban años oyendo las críticas vertidas hacia Clinton y ya las tenían prácticamente interiorizadas, algo que no ocurre con Biden.
El cara a cara quedó en tablas
A lo largo de todo el debate Trump consiguió mostrarse como esa persona alejada del sistema político mientras que Biden pudo presentarse como un político consolidado y con experiencia capaz de manejar la complicada situación económica, social y sanitaria en la que está sumido EEUU “La campaña para la reelección de Trump vuelve a girar en torno al lema “Make America Great Again”. Esto le hace mantener su tirón populista, pero al mismo tiempo le deja sin opciones para seguir justificando su proyecto político. Mientras, Biden ha intentado trasladar que su campaña es una alternativa real y fiable para dar respuesta y solución a los problemas en los que se encuentra sumida la sociedad americana”, ha explicado el doctor Gazapo Lapayese. Sin embargo, ningún candidato consiguió darle la estocada final al otro, dejando el debate prácticamente en tablas.
Ventaja para Biden
Siendo Trump el “underdog”, es decir, el candidato que va detrás en las encuestas, este empate le perjudica especialmente a él ya que no consiguió sobresalir y por lo tanto, tampoco convencer a aquellos ciudadanos que estaban indecisos.
Sin embargo, aunque este último debate presidencial no haya favorecido a Donald Trump, los expertos no descartan una remontada del actual presidente. Las encuestas siguen presentando a Joe Biden como favorito con más de ocho puntos de ventaja respecto a Trump, pero hace una semana, la distancia era de más de 10. Y, tal y como explica el Doctor Gazapo Lapayese, no sería la primera vez que Trump diera la sorpresa: “Las encuestas apuntan a que el partido demócrata va por encima y eso está insuflando al equipo de Biden una cierta sensación de tranquilidad que puede acabar volviéndose en su contra. Ya fuimos testigos en su momento de como Donald Trump estaba por debajo de Hillary Clinton, y fue el primero el que acabó rompiendo la fiabilidad de las encuestas y haciéndose con la presidencia del actual hegemoń mundial”.