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«Patria» y la eterna reconciliación

Un final tan inesperado como desconcertante para la aclamada serie de HBO

Elena Irureta, en una escena del último capítulo/HBO

BEATRIZ HIDALGO https://twitter.com/beahidalgo__

El final de la serie creada por Aitor Gabilondo, basada en la novela homónima de Fernando Aramburu, que se estrenó el pasado domingo en HBO España, puede gustar o no, incluso estar o no de acuerdo con él, pero no deja indiferente a ningún espectador.

La clave del éxito de «Patria» no está solo en su cuidado guion, su esmerada ambientación, o sus trabajadas interpretaciones, está también en esa atmósfera única que es capaz de crear en torno a la vida de sus personajes y el desarrollo de la trama, una atmósfera que se antoja irrespirable pero que no puede evitar atraparte y transportarte a ese lluvioso pueblo de Euskadi y sentir que el agua te moja a ti también. Y es que dan ganas de guarecerse en ese ya famoso paraguas rojo de la protagonista, que ilustra la portada del libro.

El desenlace no se trataba de saber quién había disparado al Txato, si no de la reconciliación, la eterna y complicada reconciliación de un conflicto como el que narra esta historia, tan dilatado en el tiempo, y con unas heridas que cuesta cicatrizar.

Y eso consigue Bittori después de tantos años, reconciliarse, no solo con el hombre que creía autor del asesinato de su marido, sino con ella misma, lo que imploraba para poder morir en paz y reunirse con su Txato, al que le pide en su última visita al cementerio que mientras «le caliente la tumba como le calentaba la cama», permitiéndose ese humor negro que la caracterizaba antes de la pérdida.

Miren, la atormentada pero casi siempre impertérrita madre del etarra Joxe Mari, no consigue encontrar el sosiego interior, como su antigua amiga, aunque lo intente aferrándose a San Ignacio y, a la esperanza que le da un pequeño «milagro» que cree que este le concede; que su hija, Arantxa, personaje vertebrador de la reconciliación y con un papel de mediación entre las dos familias, magníficamente interpretado por la actriz Loreto Mauleón, logre volver a pronunciar su primera palabra tras el ictus que sufrió, palabra, que, no podía ser de otra manera, resulta ser «ama».

Las expresivas miradas de los dos personajes principales femeninos, que encarnan con tanta credibilidad Elena Irureta y Ana Gabarain, cobran en este final tan clarividente más trascendencia si cabe, diciéndonoslo todo. No hace falta ningún diálogo entre ellas para entender que están hablando, y que es, de hecho, una de las conversaciones más importantes de su vida.